Ludwig Wittgenstein
Wittgenstein pertenece al llamado “Movimiento Analítico”.
Fiel a los principios básicos del empirismo y del positivismo, el movimiento
analítico se diferencia de estas corrientes por el papel que da al lenguaje, a
la investigación de sus condiciones de posibilidad, sus límites y estructuras
básicas. En el movimiento analítico se distinguen dos fases: Neopositivismo o
"positivismo lógico", y la Filosofía analítica. El llamado “primer”
Wittgenstein mantuvo ideas muy próximas al neopositivismo, al declarar
imperfecto el lenguaje ordinario y defender la necesidad de un lenguaje ideal;
las nuevas ideas a las que llegó en un segundo momento (el “segundo”
Wittgenstein, el de las Investigaciones filosóficas) dieron lugar a la
filosofía analítica. En ésta época ya no cuestiona el lenguaje ordinario, al
considerarlo uno de los muchos lenguajes que aparecen en la vida humana, como
otros son el científico, el ético, el estético, e incluso el metafísico y el
religioso; cada forma de vida da lugar a un juego de lenguaje, con reglas y
objetivos propios. La obra principal del “primer” Wittgenstein, el Tractatus Logico-Philosophicus,
investiga las relaciones entre el lenguaje, el pensamiento y la realidad.
EL LENGUAJE
El lenguaje consta de proposiciones, que son un tipo de
figura o modelo de la realidad, de ahí que el rasgo principal de las
proposiciones y del lenguaje sea el aspecto descriptivo, su pretensión de dar
una descripción verdadera de la realidad. Existe una estrecha relación entre el
lenguaje y el pensamiento, hasta el punto de que los límites del lenguaje
coinciden con los límites del pensamiento: todo lo que se puede pensar se puede
decir, todo lo que se puede decir se puede pensar. El lenguaje describe hechos,
cosas que acaecen, y puesto que el pensamiento no puede ir más allá del
lenguaje, el pensamiento sólo puede referirse al mundo a los hechos. Nuestro
pensamiento está dirigido esencialmente al conocimiento de la realidad
empírica, todo aquello que pueda estar fuera de ella (Dios, el alma, las
substancias, las esencias...) son entidades de las que no se puede hablar ni
pensar.
La proposición posee una relación figurativa con la
realidad, remite a otra cosa distinta de ella misma, pues es un modelo o
representación isomórfica de la realidad (teoría figurativa o pictórica del
significado). En la proposición las palabras no están dispuestas de cualquier
manera, sino de un modo preciso; a esta articulación o estructura de los
distintos elementos, esencial para su función significativa, Wittgenstein la
denomina “forma lógica”. El lenguaje ideal sería aquél que no nos engañase
respecto de su forma lógica, aquél en el que cada sentido fuese expresado por
una palabra y cada palabra expresase un sentido. El sentido de una proposición
describe la posibilidad de darse un hecho y es independiente de su verdad.
Cuando una proposición además de tener sentido es verdadera, entonces describe
no sólo un hecho posible sino un hecho real. El conjunto de proposiciones
verdaderas representa el mundo. Las proposiciones complejas representan los
hechos complejos y las atómicas o elementales los hechos atómicos o estados de
cosas. A su vez, las proposiciones elementales constan de nombres y de
relaciones, gracias a los cuales pueden referirse a objetos y expresar
propiedades o relaciones. Una proposición puede ser verdadera o falsa, pero
para que lo sea primero debe tener sentido, debe tener una forma lógica; es
verdadera si existe realmente el hecho que era posible, y falsa si dicho hecho
no existe. El espacio lógico es el conjunto de hechos lógicamente posibles (no
sólo los reales) y queda delimitado por las leyes de la lógica. La forma lógica
establece que una proposición puede ser verdadera o falsa, que el hecho es
posible, pero no que el hecho sea real o irreal, ni, por lo tanto, que la proposición
sea realmente verdadera o falsa. La forma lógica es también la forma o
estructura lógica de la realidad.
Wittgenstein divide las proposiciones en los siguientes
tipos: proposiciones con sentido: todas las que describen hechos, tanto las que
encontramos en la vida cotidiana como las de las ciencias naturales; son la
totalidad de proposiciones empíricas; y pseudoproposiciones: oraciones que
carecen de sentido, que no dicen nada. Éstas se dividen en pseudoproposiciones
lógicas y pseudoproposiciones filosóficas. Las primeras son carentes de
sentido, pero no son sinsentidos, y las forman las tautologías y las
contradicciones: las tautologías (como “el todo es mayor que las partes que lo
componen”) son verdaderas para todo mundo posible, y ello porque no hablan
acerca del mundo; pero no son enunciados informativos, no dan información que
no esté ya pensada en el concepto sujeto (son analíticos), y su verdad es una
mera fidelidad a las leyes de la lógica. Parte de las tautologías son las leyes
de la lógica (p. ej. el principio de no-contradicción), leyes que no describen
ningún acontecimiento real del mundo y muestran simplemente la forma lógica que
toda proposición debe poseer para tener sentido y representar la realidad. La
lógica (y la matemática, que se basa y reduce a la lógica) es anterior a la
experiencia de las cosas, anterior a lo que sucede en el mundo, ya que describe
meramente las propiedades formales del lenguaje y del mundo. Por otra parte,
las llamadas contradicciones (del estilo “los solteros están casados”) siempre
son falsas, son enunciados falsos para todo mundo posible: no nos hace falta
comprobar cómo es o fue el mundo para saber que son falsos, simplemente lo son
como consecuencia de una exigencia lógica. Por su parte, las pseudoproposiciones
filosóficas no describen estados de cosas, no se refieren al mundo, por lo que
carecen de sentido; pero tampoco describen las estructuras formales del
lenguaje; las proposiciones filosóficas no son ni verdaderas ni falsas, son
sinsentidos. Wittgenstein considera que no existen los problemas filosóficos,
que son pseudoproblemas consecuencia de confusiones lingüísticas.
Escena de la Pelicula de su mismo nombre.
Dato Adicional
Wittgenstein cursó sus estudios a principios del siglo XX en la escuela
secundaria de Linz, la Realschule Bundesrealgymnasium Fadingerstrasse.
En esa misma escuela también estudiaba por entonces un joven alumno
llamado Adolf Hitler.
1901
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